De Refugiada a Microempresaria: La historia de Shirley Mosquera

Shirley llegó a Panamá hace siete años con sus dos hijos menores de edad desde Buenaventura Colombia huyendo de la violencia entre bandas criminales que ponían en peligro su vida y la de su familia. Los tres primeros años fueron muy difíciles recuerda, pero en el camino encontró manos amigas de organizaciones como la Cruz Roja y ACNUR, que la ayudaron a levantarse y encontrar estabilidad a través del emprendimiento en el nuevo país de acogida.

Gracias a la Cruz Roja y ACNUR conoció a Microserfin, en ese momento tenía ya en marcha una mini tienda ubicada en su propio hogar, esto le brindó la oportunidad de seguir logrando sueños y conseguir un mayor bienestar para los suyos.

“La relación que tengo con Microserfin es muy importante porque fueron los primeros que me ayudaron con recursos, eso me facilitó las cosas porque con ese capital pude incrementar mis ventas y pude empezar hábitos que no tenía como lo es ahorrar, algo que para mí era muy difícil antes”, dijo Shirley.

Ahora además de su tienda, tiene otros proyectos en marcha y es que su pasión por los niños la llevó a pensar en nuevas ideas de negocio que benefician a su comunidad y a los estudiantes de una escuela cercana a su casa.

Shirley viendo la necesidad de que los niños consuman productos más saludables al salir de la escuela, ideó unas bebidas naturales de arroz, avena y otros ingredientes especiales que hoy ofrece en la escuela cercana y cuenta con el apoyo de las madres de los estudiantes de dicho colegio. Además, desde hace poco se animó a concretar su tercer emprendimiento que consiste en personalizar sillas de madera para los cumpleaños temáticos de los niños de su comunidad.

De acuerdo a Shirley “De donde yo vengo somos muy agradecidos y yo honestamente agradezco a Microserfin por el apoyo que me dieron, porque cuando eres refugiado es bien difícil que confíen en ti en cuestión de dinero y aun así me apoyaron a mí y a mi familia, sin ellos no lo hubiera logrado”.

“Cuando miro hacia atrás, recuerdo que antes nos sacaban de los lugares donde vivíamos porque no podíamos pagar y ahora quizás no estoy en el lugar más alto donde quisiera, pero sí tengo una posición estable, mis hijos pueden comer lo que quieran, puedo pagarles su escuela y hasta tengo a mi hijo más grande en una escuela de Básquetbol, eso me da satisfacción como madre. Y yo incluso estoy haciendo las cosas que quiero hacer, ya me veo como una empresaria con mi propio negocio, manejo mi tiempo y mis recursos”, comenta.

A Shirley aún le quedan algunos sueños por cumplir como por ejemplo, ser una empresaria con su propia marca de jugos o comprar una casa nueva, pero está segura que cada escalón que sube es para seguir avanzando hacia cada una de esas metas que con perseverancia sabe que va a lograr.

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