Más de 40 años tuvieron que pasar para que Rosa Ovalle Martínez tuviera la oportunidad de contar por primera vez con un baño higiénico en su hogar. Circunstancias como estas se repiten en los hogares miles de millones de personas en el mundo que siguen sin tener acceso a agua potable, saneamiento e higiene.
Por eso para microempresarios y microempresarias de bajos ingresos que sueñan con el progreso y una mejor calidad de vida para sus familias como es el caso de Rosa, tener a su disposición un crédito que les brinda los recursos para invertir en mejoras en su hogar y/o negocio es un sueño hecho realidad.
Rosa quien es una mujer rural que a punta de su negocio de agricultura pudo sacar adelante a sus seis hijos junto a su esposo, es una de las beneficiarias del producto CasaFin.
“En esta casa siempre tuvimos baño de hueco. Ya aquí tenemos como 55 años y casi todo ese tiempo tuvimos ese baño, pero ahora como uno va de edad avanzada y viendo que a veces vienen visitas de familia, inventamos que queríamos un baño higiénico… Tenerlo me parece que es mejor, me ha gustado así”, comenta la microempresaria.
Esa idea de tener un baño higiénico para Rosa fue un invento (como ella lo califica) muy bien planificado “Antes de pedir el crédito CasaFin, hice un presupuesto para todo lo que quería hacer, sus materiales y dejar el recurso para la persona que iba a contratar”, de esta forma Rosa con un crédito por el monto de 1,000 dólares pudo no solo hacer el baño, sino también cambiar varias hojas de zinc en su hogar y tanto ampliar como renovar el corral donde cría gallinas para el consumo propio y la venta.
De acuerdo a Rosa, este no es su primer crédito de CasaFin, pues la microempresaria con los recursos de dicho crédito, anteriormente ya había invertido en la ampliación de un cuarto, por eso cuando su asesor le informó que ahora con el producto podía invertir en un saneamiento adecuado para su hogar, no dudo en solicitarlo.
“A mi me ha gustado CasaFin porque uno así va agrandando y acomodando la casa para vivir mejor. Tengo muchas cosas que quiero hacer aún, quiero cerrar la cocina, quiero poner canales para el agua en el techo, quiero hacer un depósito para guardar mis máquinas…Todo eso pienso yo hacer con los préstamos de CasaFin”, manifestó con ilusión doña Rosa.
Un lazo de confianza por 10 años
Para Rosa Ovalle Martínez, Microserfin, la entidad panameña de la Fundación Microfinanzas BBVA ha sido uno de sus mayores aliados en su esfuerzo de impulsar su negocio y es que antes de CasaFin también tuvo acceso a otro tipo de productos como el Crecerfin y el Ruralfin.
La microempresaria que desde hace 15 años es dueña de su propio negocio, recuerda que inició vendiendo tamales y sombreros pintados para tener una entrada económica. “A mi me gustaba tener mi platita, entonces yo me dediqué a aprender para buscar para mí y tener mis cosas”, dijo.
Tiempo después, por su cuenta se dedicó a aprender de hierbas medicinales y puso en práctica lo que desde muy pequeña le enseñaron sus padres, comenzando así a sembrar productos como la Yuca, maíz, otoe, ñame y guandú, para el consumo familiar y la venta en el mercado, sin embargo, tuvo un reto porque no sabía negociar la venta de sus productos “Mi papá me dejó la herencia de querer el campo y trabajar el campo, pero no me dejó la herencia de saber negociar”. Sus padres no fueron a la escuela, pues vivían en las montañas de Capira y tenían pocos recursos, así que con mucho esfuerzo y con lo poco que sembraban y vendían, sacaron adelante a 8 hijos. Eran sus conocidos y vecinos, los que les ayudaban a negociar y a sacar cuentas.
Por eso para Rosa, el no tener el conocimiento de cómo negociar representó un reto en la comercialización de sus productos, pero como ella misma lo manifiesta “Poco a poco fue aprendiendo y hoy es toda una negociante”, propietaria junto a su familia de varias hectáreas de terreno en donde siembran todo tipo de cultivos.
Su anhelo por seguir aportando a la mejora de la calidad de vida de su familia acompañado de la necesidad de impulsar su negocio para tener mayores ingresos que invertir para comida, medicinas y el bienestar de sus seis hijos, la llevaron a conocer a Microserfin, entidad con la que hoy en día ya tiene 10 años de relación.
Rosa cuenta que empezó con créditos pequeños de USD$ 200 y USD$300, con eso compraba las cosas que necesitaba para sus cultivos o de allí sacaba los recursos para contratar trabajadores que le ayudaran en el mantenimiento de la finca, las siembras y las cosechas.
En la actualidad, Rosa Ovalle Martínez, una mujer rural fuerte e imparable con muchos sueños y metas por delante para su negocio y para su hogar, se siente orgullosa de lo que ha logrado, principalmente por el ejemplo que ha inculcado en sus hijos “Me alegro haber podido sacar adelante a mis hijos y ayudar a mi esposo. Les he enseñado a trabajar y a ahorrar, porque eso es lo que hay que hacer”.
Pero no solo entre sus hijos ha impulsado el bienestar sino también en su comunidad, ya que en su finca da empleo semanalmente a dos personas, entre ellas a mujeres para que le ayuden en el cuidado de sus sembradíos y siempre que puede, brinda sus productos a familias de escasos recursos en su comunidad.
La historia Rosa y su ejemplo, pone en evidencia lo importante que es atender a las mujeres sobre todo las rurales. Mujeres como ella, son verdaderas catalizadoras del progreso, por su importante contribución al desarrollo sostenible e inclusivo de sus familias y de sus comunidades.