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Ofelina Gónzalez, una emprendedora que trasciende y construye oportunidades

A lo largo del tiempo, el emprendimiento se ha consolidado como un motor clave de innovación y transformación económica, siendo esencial para el desarrollo social, la generación de empleo, la reducción de la pobreza y, por ende, la mejora en la calidad de vida, especialmente de las poblaciones más vulnerables. Organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han reconocido reiteradamente el rol fundamental del emprendimiento en el impulso a la competitividad y el dinamismo de las economías, sobre todo en contextos de cambio y desafíos globales.

En el marco del Día Mundial del Emprendimiento, Microserfin, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA, rinde homenaje al coraje, la creatividad y la resiliencia de los microempresarios panameños que, con su trabajo diario, siembran esperanza y cosechan futuro.

Un ejemplo inspirador de este espíritu emprendedor es Ofelina González, una mujer de 63 años residente en Changuinola, provincia de Bocas del Toro. Desde muy joven, Ofelina descubrió en el campo una fuente inagotable de oportunidades, y hoy lidera con pasión una iniciativa que transforma no solo su vida, sino también la de muchas mujeres en su comunidad.

Cuando uno aprende algo bonito, no es para guardárselo… es para compartirlo”, dice con una convencida con una sonrisa. Fiel a ese principio, Ofelina ha convertido su hogar en una pequeña academia comunitaria donde enseña agricultura sostenible, bordado y otras habilidades productivas a más de veinte mujeres, muchas de ellas madres solteras que buscan empoderarse y salir adelante.

Su proyecto más ambicioso consiste en enseñarles a crear fertilizantes orgánicos a partir de microorganismos de montaña, una técnica que permite cultivar de manera sostenible y regenerativa, devolviéndole vida a los suelos degradados por el uso de productos químicos. “Mi sueño es ver a cada mujer con su propia parcela, cultivando sin químicos y siendo independiente”, afirma.

Ofelina es una de las más de 18,500 microempresarias y microempresarios que, de la mano de Microserfin, han logrado evolucionar sus emprendimientos: de negocios de subsistencia a iniciativas con impacto económico y social en sus comunidades. Gracias a programas de financiación sostenible y educación financiera, han fortalecido sus capacidades y potenciado su desarrollo.

En este marco, Microserfin reafirma su compromiso con quienes, como Ofelina, hacen del emprendimiento un vehículo de transformación y un camino hacia un futuro más justo, sostenible e inclusivo para todos.

Conozca la historia completa de la emprendedora Ofelina González aquí

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Guillermo Aguilar: refugiado, emprendedor y padre ejemplar

En Panamá existen al menos unos 16,000 refugiados según recientes cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), personas que han encontrado en el país un espacio seguro para establecerse junto con sus familias. El señor Guillermo Aguilar es uno de ellos, quién como padre de familia asegura que, a pesar de las dificultades al establecerse en un nuevo país, mejorar la calidad de vida de su familia fue su principal motor para “salir adelante”. 

Originario de Honduras, Guillermo junto a su esposa Ciria y sus dos hijos, llegaron a Panamá en el año 2014, y se establecieron en la provincia de Colón. Ante la dificultad de encontrar un trabajo digno por la informalidad del momento, decide emprender para garantizar un techo seguro y alimento para sus hijos. “Yo recogí latas, y no me da pena decirlo. Me levantaba a las 4:00 de la mañana y recorría por lo menos tres kilómetros recogiendo latas para venderlas en Panamá. Yo guardaba el dinerito y lo repartía para cada gasto, y para poder invertir en mi negocio actual” dijo orgulloso.    

Descubrió su verdadera pasión en el cultivo y la venta de plantas ornamentales, así como plantas productoras de frutas y verduras. Con determinación y un incansable esfuerzo, convirtió esta pasión en un próspero negocio familiar que le ha llevado a ampliar incluso hasta la práctica de la jardinería e instalación de plantas en las casas de sus clientes, proyecto al que ha sumado a sus hijos, quienes respaldan honrados el proyecto familiar. 

“Siento que es algo increíble lo que él ha hecho”, así se refirió su hija Fergie sobre la tenacidad de su padre para sacarlos adelante. “A pesar de nuestros problemas, ha hecho cosas que nunca pensé que iba a hacer, ha aprendido tantas cosas que me ha dejado sorprendida, y le pido a Dios que ese emprendimiento que él tiene sea más exitoso de lo que es ahora”, agregó sonriendo. 

Con un pequeño crédito, de poco más de quinientos dólares, que obtuvo con Microserfin a través del Crédito Acnur, hace un año el señor Guillermo pudo obtener nuevas herramientas para mejorar su proyecto emprendedor, y dice sentirse agradecido porque la entidad los ha acogido a ambos, a su esposa y a él, respaldando su deseo de crecer como familia emprendedora en Panamá. 

Por su capacidad de enfrentar las dificultades, sin dejar de lado el amor y la unidad familiar, por inculcarle buenos valores y pasión por superarse día a día, Fergie define a su padre como “fuerte, valiente y extraordinario”, y dijo que le gustaría que sus futuros hijos hereden de don Guillermo el amor por las plantas y la naturaleza, tal como se lo ha inculcado a ella, aprendizaje que lleva incluso a otros aspectos de su vida. 

A sus 56 años, Guillermo mira a su pasado y se siente orgulloso de todo el camino que ha recorrido, que ha pesar de no contar con educación completa, ha logrado forjar un futuro próspero para sus hijos en Panamá quienes asegura heredarán con valor el negocio familiar.

Su satisfacción la completa al saber que sus hijos le buscan cada día para recibir “la bendición”, lo que significa para él un acto que refleja el amor inculcado en el entorno familiar y un reconocimiento de padre ejemplar. 

Sobre el Crédito Acnur

Microserfin en su compromiso con la inclusión social y el desarrollo productivo de las personas en estado de vulnerabilidad en Panamá, firmó en el año 2008 un convenio con ACNUR y la Cruz Roja Panameña para impulsar los emprendimientos de las personas refugiadas o en solicitud de refugio en el país a través del denominado “Crédito Acnur”. 

A la fecha, Microserfin ha otorgado más de B/. 600,000.00 en concepto de créditos a cerca de 450 personas refugiadas, promoviendo su integración económica en la sociedad panameña. 

Hasta el momento el mayor número de personas que han accedido a este crédito son provenientes de Colombia, Venezuela, Honduras y Nicaragua. 

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“Tengo muchos sueños que cumplir en mi vivienda”, Rosa Ovalle, una de las beneficiarias de CasaFin

Más de 40 años tuvieron que pasar para que Rosa Ovalle Martínez tuviera la oportunidad de contar por primera vez con un baño higiénico en su hogar. Circunstancias como estas se repiten en los hogares miles de millones de personas en el mundo que siguen sin tener acceso a agua potable, saneamiento e higiene.

Por eso para microempresarios y microempresarias de bajos ingresos que sueñan con el progreso y una mejor calidad de vida para sus familias como es el caso de Rosa, tener a su disposición un crédito que les brinda los recursos para invertir en mejoras en su hogar y/o negocio es un sueño hecho realidad.

Rosa quien es una mujer rural que a punta de su negocio de agricultura pudo sacar adelante a sus seis hijos junto a su esposo, es una de las beneficiarias del producto CasaFin.

“En esta casa siempre tuvimos baño de hueco. Ya aquí tenemos como 55 años y casi todo ese tiempo tuvimos ese baño, pero ahora como uno va de edad avanzada y viendo que a veces vienen visitas de familia, inventamos que queríamos un baño higiénico… Tenerlo me parece que es mejor, me ha gustado así”, comenta la microempresaria.

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Baño higiénico en construcción

Esa idea de tener un baño higiénico para Rosa fue un invento (como ella lo califica) muy bien planificado “Antes de pedir el crédito CasaFin, hice un presupuesto para todo lo que quería hacer, sus materiales y dejar el recurso para la persona que iba a contratar”, de esta forma Rosa con un crédito por el monto de 1,000 dólares pudo no solo hacer el baño, sino también cambiar varias hojas de zinc en su hogar y tanto ampliar como renovar el corral donde cría gallinas para el consumo propio y la venta.

De acuerdo a Rosa, este no es su primer crédito de CasaFin, pues la microempresaria con los recursos de dicho crédito, anteriormente ya había invertido en la ampliación de un cuarto, por eso cuando su asesor le informó que ahora con el producto podía invertir en un saneamiento adecuado para su hogar, no dudo en solicitarlo.

“A mi me ha gustado CasaFin porque uno así va agrandando y acomodando la casa para vivir mejor. Tengo muchas cosas que quiero hacer aún, quiero cerrar la cocina, quiero poner canales para el agua en el techo, quiero hacer un depósito para guardar mis máquinas…Todo eso pienso yo hacer con los préstamos de CasaFin”, manifestó con ilusión doña Rosa.  

Un lazo de confianza por 10 años

Para Rosa Ovalle Martínez, Microserfin, la entidad panameña de la Fundación Microfinanzas BBVA ha sido uno de sus mayores aliados en su esfuerzo de impulsar su negocio y es que antes de CasaFin también tuvo acceso a otro tipo de productos como el Crecerfin y el Ruralfin.

La microempresaria que desde hace 15 años es dueña de su propio negocio, recuerda que inició vendiendo tamales y sombreros pintados para tener una entrada económica. “A mi me gustaba tener mi platita, entonces yo me dediqué a aprender para buscar para mí y tener mis cosas”, dijo.

Tiempo después, por su cuenta se dedicó a aprender de hierbas medicinales y puso en práctica lo que desde muy pequeña le enseñaron sus padres, comenzando así a sembrar productos como la Yuca, maíz, otoe, ñame y guandú, para el consumo familiar y la venta en el mercado, sin embargo, tuvo un reto porque no sabía negociar la venta de sus productos “Mi papá me dejó la herencia de querer el campo y trabajar el campo, pero no me dejó la herencia de saber negociar”. Sus padres no fueron a la escuela, pues vivían en las montañas de Capira y tenían pocos recursos, así que con mucho esfuerzo y con lo poco que sembraban y vendían, sacaron adelante a 8 hijos. Eran sus conocidos y vecinos, los que les ayudaban a negociar y a sacar cuentas.

Por eso para Rosa, el no tener el conocimiento de cómo negociar representó un reto en la comercialización de sus productos, pero como ella misma lo manifiesta “Poco a poco fue aprendiendo y hoy es toda una negociante”, propietaria junto a su familia de varias hectáreas de terreno en donde siembran todo tipo de cultivos.

Su anhelo por seguir aportando a la mejora de la calidad de vida de su familia acompañado de la necesidad de impulsar su negocio para tener mayores ingresos que invertir para comida, medicinas y el bienestar de sus seis hijos, la llevaron a conocer a Microserfin, entidad con la que hoy en día ya tiene 10 años de relación.

“Nunca había tenido un préstamo. Yo me quedaba pensando porque escuchaba a los vecinos decir que Microserfin es bueno porque uno va y le dan préstamo y a uno le va bien. ¿Y yo me puse a pensar, será verdad?, me acuerdo que mi esposo me dijo que no me metiera en deudas, pero yo de inventora fui y a mí sí me ha gustado eso, porque yo siento que nos ayudan a nosotros la gente del campo”.

Rosa cuenta que empezó con créditos pequeños de USD$ 200 y USD$300, con eso compraba las cosas que necesitaba para sus cultivos o de allí sacaba los recursos para contratar trabajadores que le ayudaran en el mantenimiento de la finca, las siembras y las cosechas.

En la actualidad, Rosa Ovalle Martínez, una mujer rural fuerte e imparable con muchos sueños y metas por delante para su negocio y para su hogar, se siente orgullosa de lo que ha logrado, principalmente por el ejemplo que ha inculcado en sus hijos “Me alegro haber podido sacar adelante a mis hijos y ayudar a mi esposo. Les he enseñado a trabajar y a ahorrar, porque eso es lo que hay que hacer”.

Pero no solo entre sus hijos ha impulsado el bienestar sino también en su comunidad, ya que en su finca da empleo semanalmente a dos personas, entre ellas a mujeres para que le ayuden en el cuidado de sus sembradíos y siempre que puede, brinda sus productos a familias de escasos recursos en su comunidad.

La historia Rosa y su ejemplo, pone en evidencia lo importante que es atender a las mujeres sobre todo las rurales. Mujeres como ella, son verdaderas catalizadoras del progreso, por su importante contribución al desarrollo sostenible e inclusivo de sus familias y de sus comunidades.

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“Si me preguntaran si prefiero el campo o trabajar la mecánica, yo diría que el campo porque es lo que me gusta”: Rodríguez

A la corta edad de siete años sembró su primera planta de maíz y desde entonces supo que trabajar la agricultura sería su vocación de adulto y es que de acuerdo al microempresario Rómulo Rodríguez, el productor hace lo que hace por pura vocación y amor al campo.

Rómulo pese a haber crecido en el corregimiento urbano de Chilibre ubicado en la ciudad de Panamá y tras haber estudiado mecánica decidió a sus 20 años trasladarse al Capira, un corregimiento en la provincia de Panamá Oeste donde predominan las actividades del sector agropecuario.

“Si a mí me dijeran si yo prefiero el monte o trabajar la mecánica, yo diría que el monte porque me gusta y yo siento una gran diferencia en decir que me voy a comer una yuca que la compré; a decir me voy a comer una yuca que la sembré”, cuenta Rómulo con orgullo sobre la labor que realiza.

Inicio de su vida como microempresario

Cuando llegó a Capira aún no era dueño de su propio negocio, en ese entonces ya hace más de 30 años, trabajaba cuidando una Finca Agropecuaria en la que poco a poco fue aprendiendo por sí mismo a trabajar en la producción de cultivos de Tomate, pimentón, cebollina, guandú. Según recuerda el microempresario, el dueño de la finca le permitía sembrar sus propios productos en una parte pequeña del terreno y como lo dijo en sus propias palabras “Me fue gustando porque había una entrada nueva”.

Así con el conocimiento agropecuario adquirido inicia su camino como microempresario con actividades de agricultura, que hoy por hoy desarrolla en varias hectáreas de terreno desde las faldas del Cerro Trinidad de Capira donde cultiva Pimentón en su mayoría, cebollina, arroz, entre otros rubros.

De acuerdo a Rómulo, en el camino ha encontrado retos para la comercialización de productos o en el combate a los efectos del cambio climático que ha atrasado la cosecha de los cultivos y ha ocasionado una baja producción, sin embargo, siempre ha contado con el apoyo de la entidad Microserfin y sus asesores Agropecuarios para brindarle los recursos económicos que requiere invertir en el cuidado de su producción y hacer que su finca genere más.

Desde hace más de diez años el pequeño productor es atendido por la entidad con el producto de crédito RuralFin, del cual ya ha obtenido tres créditos a lo largo de dicho tiempo. “La única entidad que yo me acerqué y me han dado la mano varias veces ha sido Microserfin y no ha sido una sola vez. Aunque la situación esté dura me apoyan. Son buenos los créditos adaptados a lo que uno necesita”, afirma.

Gracias a su negocio, su esfuerzo y el impulso que le ha dado Microserfin ha podido sustentar a su familia compuesta por su esposa y cinco hijos, que han logrado estudiar bachiller completos e incluso graduarse de la universidad, “mis esfuerzos, yo los veo plasmados en ellos”, comenta el microempresario que hoy por hoy emplea de dos a tres personas en su comunidad y gracias al conocimiento acumulado de sus actividades agropecuarias, se ha convertido  también en fuente de consulta y apoyo a otros productores del área para compartirles buenas prácticas para la producción de los cultivos.

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Miriam Araúz: “Lo que más me motivaba era que mis hijos fueran alguien en la vida”

Casi diez horas de recorrido en un camión fue lo que le tomó a Miriam Araúz, a su esposo y cinco hijos, para trasladarse de la provincia de Chiriquí a la provincia del Darién, región a la a partir de ahora llamaría su nuevo hogar.

Como familia comenzaron a construir una nueva vida en el Darién, sin embargo, no todo fue color de rosa, en el camino tuvieron muchas necesidades y fue esa realidad la que obligó a Miriam y a su Esposo, a replantearse si ese era el lugar en el que sus hijos cumplirían sus sueños de ser profesionales.

Fue así que deciden mudarse una vez más, en esta ocasión a la comunidad de Las Garzas, allí se instalaron con la ilusión de brindarle un futuro mejor a sus cinco hijos que en aquel entonces estaban en edad escolar.

En las Garzas, Miriam inicia su camino de emprendedora como vendedora ambulante. Con solo 12 relojes que le brindó su hermano para la venta, así dio inicio a su negocio. “Quería surgir con mi familia, con mis hijos para que fueran alguien en la vida y no quedarse como yo, que llegué solo hasta sexto grado. Al venir acá, yo vine con la visión de que mis hijos pudieran tener un futuro bonito”, recuerda con emoción la hoy microempresaria.

Por ellos, se armó de valor para sacar adelante su negocio que poco a poco se fue ampliando, pasando de la venta de 12 relojes a la venta ambulante de ropa, accesorios, zapatos, entre otros artículos, que le pedían los vecinos a crédito o a plazos, dado que la falta de recursos no les permitía pagar en una sola cuota.

Experiencia de crecimiento con Microserfin

Miriam Araúz posteriormente pasó de ir puerta a puerta a ubicarse en un terreno que le habían brindado para la comercialización de sus productos y fue allí donde conoció a Microserfin, gracias a la visita de una asesora mediante la cual, la entidad le brindó un apoyo de $200 dólares para el impulso de su negocio.

Para la señora Miriam, lo que comenzó con la venta de 12 relojes en calle se transformó en un almacén propio al que le denominó “El Primogénito” (porque fue el primer almacén de la comunidad de las garzas), y años más tarde con el acompañamiento de Microserfin se multiplicó en tres negocios adicionales (Cuartos de alquiler, mini restaurante y locales de alquiler para negocios de terceros).

Con Microserfin, la señora Miriam ha obtenido más de 14 créditos, entre ellos Crecerfin para comprar insumos y la operativa de su almacén y CasaFin para hacer los cuartos de alquileres y la expansión de los locales para arrendar a otros dueños de negocios, entre otras mejoras en el espacio de su vivienda. “Agradezco a Microserfin porque me dio un avance, me siento muy feliz de haber realizado todo lo que soñé, además con todo lo que he logrado pude educar a mis hijos”, asegura la microempresaria.

Y es que uno de los orgullos más grandes de la señora Miriam es que a punta de su negocio pudo apoyar a uno de sus hijos para estudiar la carrera de doctor, sueño que hizo realidad y que hoy le ha permitido ser el director Médico de una de las instituciones de salud pública en Panamá Este. Cuando mi hijo me dijo que quería ser doctor, yo le dije “esa es una carrera muy cara para una mujer pobre como yo, pero si usted se atreve yo haré todo lo posible para ayudarlo” incluso la gente me decía “Cuando se ha visto que el hijo de la cocinera sea doctor (calificativo usado en Panamá para las personas de bajos recursos)”, recuerda la señora Miriam.

Según ella, el camino no fue fácil porque no tenía los recursos, solo le alcanzaba para darle a su hijo monedas con las que él sacaba copias a los libros de los compañeros para poder estudiar y a la hora de hacerlo, muchas veces tuvo que usar como escritorio la tapa del inodoro, pero al final lo logró. Y no solo él lo logró, otros dos de sus hijos lograron estudiar en la universidad y una de ellas tiene su propia escuela en la misma comunidad de las Garzas.

“Yo digo que cuando tú quieres algo en la vida tú tienes que luchar por eso y yo lo luché y hasta lo sigo luchando a los 64 años sigo trabajando. Y hoy me siento bien realizada porque logré todo lo que pude pensar de mi vida”, afirma con mucho orgullo, Miriam Araúz, una microempresaria que con mucho ímpetu salió adelante con su familia y sus negocios.

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La historia de perseverancia de Cruz del Carmen Rosario

Procedente de República Dominicana. Migró a Panamá en los años 90, producto de la situación económica del país se vio obligada a salir en búsqueda de un mejor futuro para ella y sus hijos.

La señora Cruz del Carmen que es educadora de profesión, especializada en niños de preescolar, pasó 13 años educando a niños y adolescentes, de hecho, pensó que lo iba a hacer toda su vida “pero la situación se puso difícil”, cuenta.

Al llegar a Panamá se encontró con un país donde había oportunidades, pero no era tan fácil llegar a ellas y aún más en los 90 un año después de la invasión a dicha tierra canalera, pero como la mujer luchadora que es, no se quedó de brazos cruzados y se propuso comenzar a trabajar de belleza en su casa. Así inició lavando cabellos en su tina de lavar y realizando peinados a mujeres en su comunidad.

“Desde siempre me gustó la belleza, porque a mí me gusta andar bonita”, dice la microempresaria. Rosario asegura que como le gustaba arreglarse y cuidar de ella misma, cuando aún estaba en República Dominicana decidió aprender en una academia de estilistas, pero nunca lo ejerció y para su sorpresa, ese conocimiento fue su salvavidas para progresar y construir un futuro mejor en el país a donde migró.

Siendo una madre sola con hijos, le tocó revivir todo lo aprendido en la academia de belleza para salir adelante con sus hijos y que nunca les faltara nada.

Tras varios años llevando su negocio de belleza en casa, llega Microserfin a las puertas de su hogar en el año 2001, para brindarle apoyo en el impulso de su negocio. Y así fue que recibió el crédito Crecerfin por un monto de $800 dólares. “Yo tomé el crédito y de una vez lo invertí, compré una silla profesional, lava cabellos, espejos y adecué completamente la sala de mi casa para atender a mis clientas”, recuerda.

Al poco tiempo Rosario gracias a su crecimiento exponencial y con las herramientas completas, tuvo la oportunidad de sacar el salón de su casa y trasladarlo a un local propio en el centro de La Chorrera, el cual mantiene hasta el día de hoy. Eso catapultó su éxito tanto que llegó un momento en el que empleó a más de 20 personas, entre ellas 17 peluqueras, 4 manicuristas, 1 esteticista y 2 personas que lavaban cabello.

Aun cuando su negocio ya era un éxito, no se detuvo y trabajó duro hasta que logró abrir un segundo salón en uno de los Malls más grandes del país. “Una persona pobre poniendo un salón en un mall es un reto bien grande” dice Rosario, pero gracias al apoyo de Microserfin a través de un nuevo crédito Crecerfin y con sus ahorros, pudo invertir y cubrir todos los gastos que conllevó dar apertura a la nueva sucursal de su salón.

“En Microserfin me ayudaron mucho en cuanto a orientación, aprendí bien a cómo manejar las cosas cada día más. Honestamente, otros bancos, financieras, siempre me ofrecían, pero yo le decía: Uno no vive del sentimentalismo, pero yo tengo mucho sentimiento por la empresa en que estoy porque yo crecí con esa empresa, aprendí mucho de la empresa y siento que, aunque es un dinero que uno lo pague me he sentido apoyada y me he desenvuelto de la mejor manera, he logrado tantas cosas con su apoyo”, recalca Rosario.

Cruz del Carmen Rosario, clienta de Microserfin La Chorrera
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La llegada de la Pandemia

Para Cruz al igual que millones de personas en el mundo, la pandemia fue especialmente difícil, inclusive estuvo a punto de perder la batalla contra ella, ya que en esa época estuvo en cuidados intensivos por mucho tiempo, pero afortunadamente se levantó y poco a poco retomó fuerzas para seguir adelante con sus negocios.

Tras su mejora, debido a la poca clientela que recibían producto de la pandemia decidió dividir uno de sus salones en dos para incorporar una pequeña fonda, como un negocio alterno que le permitiera generar ingresos en aquella época tan difícil. En este nuevo negocio, ella cocinaba y uno de sus hijos fregaba los platos y/o hacía entregas de los pedidos que llegaban.

“El espíritu de supervivencia y de no perder todo lo logrado me hicieron salir adelante. En medio de toda esa mortandad, yo le decía no hijo vamos a salir adelante, vamos a montar la fonda y así comenzamos nosotros mismos. A mí me gusta actuar, el avance, eso me dio fuerzas y hoy puedo decir que estamos surgiendo nuevamente y recuperando lo que perdimos en ese entonces” narra con emoción Rosario.

Logros y sueños cumplidos

De acuerdo a Rosario, ella ha cumplido prácticamente todo lo que ha soñado y eso es un gran orgullo para ella. Gracias a su trabajo como microempresaria pudo criar a sus tres hijos de los cuales le sobreviven dos a la fecha.  Su hija, se dedica a la belleza y siguiendo el ejemplo de su mamá tiene su propio negocio; su segundo hijo (qepd), se educó en materia de construcción y su tercer hijo está estudiando en la universidad y además le ayuda en la contabilidad y en el manejo general de los negocios tanto de los salones como en la fonda.

“Yo conmigo misma me siento excelente, con todo esto logré obtener mi vivienda, logré viajar a hacer todos los seminarios de belleza, si había que ir a Alemania, a París, a Colombia, lo logré. O sea, me siento realizada porque sobre todo pude educar mis hijos, mis hijos no les faltó un libro, su desayuno, no les faltó uniforme” dice Rosario.         

“Como persona, como mujer, como ser humano, como empresaria, me siento totalmente a gusto y conforme. Todavía a mi edad sigo luchando a pesar de los años. Y me siento muy orgullosa porque mi familia, muchas amistades importantes dicen que yo soy su fuente de inspiración, yo soy su modelo a seguir y son personas que me lo dicen de corazón”, agrega.

 

En la actualidad Cruz del Carmen Rosario sigue apostando por el crecimiento de su negocio y generando empleo en La Chorrera, por medio de sus dos salones de belleza y la fonda, en total tiene más de 9 personas trabajando con ella y así aspira seguir, por eso ha ampliado los medios para dar a conocer su negocio incorporando las Redes sociales (@mydominicana_salon) como forma de seguir llegando a más.

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Arminda Rosas, una mujer rural perseverante que ha ganado terreno en un sector dominado por hombres

A 155 KM de la ciudad de Panamá reside la señora Arminda Rosas Vásquez, específicamente en el corregimiento de Tortí.

De joven su mamá, papá, un hermano con discapacidad visual y ella migran en búsqueda de oportunidades de desarrollo, desde la provincia de Los Santos de donde son originarios hacia el corregimiento de Tortí, uno de los últimos antes de llegar a Darién, la provincia que limita con el país vecino Colombia.

La Sra. Arminda cuenta que el amor por el sector agropecuario corre por sus venas y es que su papá como buen conocedor de las prácticas del campo, le enseñó a trabajar la agricultura y la ganadería.

Por eso hoy se dedica a esto, su negocio está enfocado en la cría de doble propósito de ganado de ordeño, cría y ceba de puercos, así como también de pollos. Adicionalmente, trabaja la agricultura con la siembra de maíz, frijoles y caña.

Con el desarrollo y crecimiento de su negocio aporta al bienestar y al sustento de su papá quien actualmente tiene más de 80 años, de su hermano con discapacidad visual de más de 62 años y de su hijo, nuera y nieto. De hecho, la señora Arminda señala que con lo que le genera su negocio logró comprar un vehículo que ha sido de mucha ayuda para el traslado de insumos, funcionamiento de su microempresa y se siente contenta porque también ha servido para que su hijo tenga transporte y pueda llevar al nieto a su escuela.

“Yo conocí a Microserfin por una amiga que tiene más de 18 años con la entidad. Sin duda me siento que ya soy una pequeña empresaria, he visto cómo he crecido, tengo mejores entradas y mayores recursos para el sustento de la familia. A pesar de ser una familia de solo 4 personas, hemos podido salir adelante”.

Los créditos de Microserfin los ha invertido poco a poco en alimento para novillas de ceba, cría de pollos y mejoras en su finca, como la colocación de cercas. Para ella su clave del éxito ha sido invertir los recursos en el propósito que se soñó y no desviarse del objetivo.

La señora Arminda a su hijo y a su nieto quiere dejarles el ejemplo de “cómo debe ser una persona responsable, que es importante pensar en el futuro y que siempre es necesario ser decidido porque en esta vida si una persona no está decidida nunca va a cruzar más a allá, hay que atreverse a soñar e invertir”, señala.

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Productor y Ganadero, un microempresario visionario que apostó por la diversificación 

Cada 8 de octubre desde 1981, en Panamá se celebra a los productores y profesionales de las Ciencias Agropecuarias con el objetivo de enaltecer el trabajo, esfuerzo y la dedicación de todos los hombres y mujeres que producen y cuidan la tierra que brinda el alimento a Panamá. Son más de 254,000 habitantes en el país (14% de la población total económicamente activa), los que trabajan en la agricultura. 

Así como Efraín Márquez oriundo de la provincia de Coclé, quien es veterinario de profesión y ganadero-productor de corazón. Su pasión por el campo y ese espíritu de superación siempre lo ha llevado a ir por más y trabajar incansablemente para lograr todos los sueños y metas que se ha propuesto en su caminar como microempresario del sector agro.

En ese paso a paso de Efraín, el apoyo de Microserfin, le ha ayudado a progresar, invertir e impulsar sus múltiples actividades productivas y es que, gracias a su visión, actualmente produce arroz, tiene un segundo negocio de ganadería que administra junto a su familia, también tiene cerdos para la venta, además es dueño de una clínica veterinaria y aspira abrir un segundo local de insumos médicos para animales.

Desde hace más de cuatro años Microserfin le ha acompañado en su crecimiento mediante créditos, educación financiera, asesoría y mucho más. La clave del éxito de ese lazo y relación de confianza entre la entidad y él, la atribuye a tener un propósito claro para cada inversión del crédito y cumplir con sus pagos, “Yo siempre trato de mantener mis cuotas al día para no tener retrasos y algo que aplico es que antes de solicitar un crédito evalúo cómo voy a recuperar lo invertido para obtener las ganancias necesarias y hacer crecer mi negocio”, comentó Efraín.

“Cuando solicité mi primer crédito en la sucursal de Penonomé, provincia de Coclé, supe que no sería el único que tomaría. Ahora porque lo he vivido, estoy convencido que Microserfin le abre las puertas al pequeño productor, el que va iniciando”, aseguró.

Efraín Márquez, como productor, ganadero y microempresario es un ejemplo. Desde el día uno que decidió emprender ha mantenido el enfoque para seguir en este largo camino con altas y bajas, con sacrificios y triunfos, logrando hacer crecer su negocio, cumplir metas y mejorar su calidad de vida y la de su familia.

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De Refugiada a Microempresaria: La historia de Shirley Mosquera

Shirley llegó a Panamá hace siete años con sus dos hijos menores de edad desde Buenaventura Colombia huyendo de la violencia entre bandas criminales que ponían en peligro su vida y la de su familia. Los tres primeros años fueron muy difíciles recuerda, pero en el camino encontró manos amigas de organizaciones como la Cruz Roja y ACNUR, que la ayudaron a levantarse y encontrar estabilidad a través del emprendimiento en el nuevo país de acogida.

Gracias a la Cruz Roja y ACNUR conoció a Microserfin, en ese momento tenía ya en marcha una mini tienda ubicada en su propio hogar, esto le brindó la oportunidad de seguir logrando sueños y conseguir un mayor bienestar para los suyos.

“La relación que tengo con Microserfin es muy importante porque fueron los primeros que me ayudaron con recursos, eso me facilitó las cosas porque con ese capital pude incrementar mis ventas y pude empezar hábitos que no tenía como lo es ahorrar, algo que para mí era muy difícil antes”, dijo Shirley.

Ahora además de su tienda, tiene otros proyectos en marcha y es que su pasión por los niños la llevó a pensar en nuevas ideas de negocio que benefician a su comunidad y a los estudiantes de una escuela cercana a su casa.

Shirley viendo la necesidad de que los niños consuman productos más saludables al salir de la escuela, ideó unas bebidas naturales de arroz, avena y otros ingredientes especiales que hoy ofrece en la escuela cercana y cuenta con el apoyo de las madres de los estudiantes de dicho colegio. Además, desde hace poco se animó a concretar su tercer emprendimiento que consiste en personalizar sillas de madera para los cumpleaños temáticos de los niños de su comunidad.

De acuerdo a Shirley “De donde yo vengo somos muy agradecidos y yo honestamente agradezco a Microserfin por el apoyo que me dieron, porque cuando eres refugiado es bien difícil que confíen en ti en cuestión de dinero y aun así me apoyaron a mí y a mi familia, sin ellos no lo hubiera logrado”.

“Cuando miro hacia atrás, recuerdo que antes nos sacaban de los lugares donde vivíamos porque no podíamos pagar y ahora quizás no estoy en el lugar más alto donde quisiera, pero sí tengo una posición estable, mis hijos pueden comer lo que quieran, puedo pagarles su escuela y hasta tengo a mi hijo más grande en una escuela de Básquetbol, eso me da satisfacción como madre. Y yo incluso estoy haciendo las cosas que quiero hacer, ya me veo como una empresaria con mi propio negocio, manejo mi tiempo y mis recursos”, comenta.

A Shirley aún le quedan algunos sueños por cumplir como por ejemplo, ser una empresaria con su propia marca de jugos o comprar una casa nueva, pero está segura que cada escalón que sube es para seguir avanzando hacia cada una de esas metas que con perseverancia sabe que va a lograr.